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AIReF

“Nuestra misión es garantizar el cumplimiento efectivo del principio de sostenibilidad financiera por las Administraciones Públicas“

Más gasto en defensa, ¿más deuda?

Imagen de un avión de combate para ilustrar el post de gasto en defensa. Fuente: Pixabay
En los últimos meses estamos asistiendo a un baile de cifras sobre gasto en defensa: ¿debe alcanzar el 2%, el 3% o, incluso, el 5% del PIB? En todo caso, son cuantías muy elevadas que afectan tanto a nuestro bolsillo como a la salud de las cuentas públicas.

Y es que la seguridad ha pasado a primer plano en Europa, lo que tiene un impacto directo en los presupuestos nacionales. Sin ir más lejos, el pasado junio los países de la OTAN pactaron aumentar el esfuerzo en defensa para llegar al 5% del PIB en 2035. Sin entrar en cuestiones técnicas, el mensaje es claro: Europa debe gastar más en su propia seguridad, y ese giro ya se nota en la agenda económica.

¿Qué significa esto para España en 2025?

En abril, el Gobierno decidió destinar a defensa más de 10.000 millones de euros adicionales en 2025, con el objetivo de alcanzar el 2% del PIB, adelantando así el objetivo inicialmente acordado para 2029 con los aliados de la OTAN.

Este aumento empieza a reflejarse en los datos: el presupuesto del Ministerio de Defensa muestra un incremento de los créditos iniciales superior en 3.200 millones al aumento total de 2024. En el Ministerio de Industria la subida supera los 3.500 millones.

Impacto en déficit

Ahora bien, no todo el incremento del gasto en defensa tendrá impacto en el déficit de 2025. Hay una parte importante que tardará en aparecer.

Elevar el gasto en sueldos de los soldados

Efecto inmediato en el déficit

Encargar construir una fragata hoy

El gasto no se computaría hasta su finalización y entrega  a la Armada varios años después

Por eso, aun con un impulso muy visible hoy, el efecto sobre el déficit de 2025 del mayor gasto en defensa dependerá de algo tan prosaico como los calendarios de entrega de los equipos. Esto se debe a que hay distintas formas de medir este gasto.

¿Cómo se mide el gasto en defensa?

Medir el gasto en defensa no es tan sencillo como mirar una sola casilla. Conviven tres enfoques, cada uno con sus propios criterios:

Contabilidad presupuestaria

Es el gasto registrado en los Presupuestos Generales del Estado bajo la política de gasto en Defensa, incluyendo los préstamos concedidos por Industria a empresas que fabrican armamento. Este enfoque sirve para hacer seguimiento del presupuesto público y su ejecución, permitiendo así comprobar si de verdad se destinan más recursos a defensa.

Contabilidad nacional

Es el enfoque que “manda” para déficit. Pasar de contabilidad presupuestaria a contabilidad nacional exige una serie de ajustes, incluyendo el del momento de la entrega militar: aquí las inversiones sólo cuentan cuando los bienes y servicios se ponen a disposición del Ministerio de Defensa (devengo), independientemente de cómo y cuándo se hayan presupuestado o financiado.

Perspectiva OTAN

Sirve para comparar el esfuerzo de los países aliados según una metodología común. Es el enfoque más amplio: además del presupuesto del Ministerio de Defensa, incluye otros conceptos como pensiones militares o ciertos gastos de cuerpos policiales con capacidades militares.

Tabla que muestra las cifras de las diferentes metodologías para medir el gasto en defensa

¿Cómo afecta el aumento del gasto al cumplimiento de las reglas fiscales?

Como sabemos, España está sujeta a reglas fiscales nacionales y europeas. A grandes rasgos, en el caso europeo esta regla establece para cada país una senda de gasto durante varios años, que limita su crecimiento anual y acumulado. Inmediatamente nos podemos preguntar: ¿Cómo encajan con las reglas fiscales los grandes aumentos del gasto en defensa a los que nos enfrentamos? ¿Suponen necesariamente un incumplimiento?

No necesariamente. El marco fiscal europeo permite cierta flexibilidad y, dado lo excepcional del contexto geopolítico, a principios de 2025 se introdujo una “cláusula de escape nacional” específica para defensa. Así, durante cuatro años (2025–2028) se permite a los países, previa solicitud, gastar anualmente en defensa hasta un 1,5% del PIB adicional sobre el límite establecido sin que ello suponga incumplir las reglas.

Hasta la fecha, han hecho uso de esta flexibilidad 16 países de la UE, aunque España no es uno de ellos.

A nivel nacional, no existe esta flexibilidad. Por tanto, el aumento del gasto en defensa podría dificultar el cumplimiento de las reglas fiscales y, en su caso, tener que ser compensado con mayores ingresos o con menores gastos para cumplir los objetivos de déficit y deuda así como la regla de gasto.

Países que han solicitado activar la cláusula de escape

Impacto en la sostenibilidad de la deuda

Más gasto en defensa hoy y en el futuro, aunque justificado por motivos de seguridad, implica más déficit de forma permanente y una deuda más alta, por lo que la sostenibilidad puede ponerse en peligro si no tenemos cuidado.

La cláusula de escape sirve para no penalizar el esfuerzo en defensa en el corto plazo, pero no borra su impacto fiscal. Solo “compra tiempo”.

Por eso, utilizar esta cláusula de escape conlleva un mayor esfuerzo futuro: al llegar a 2028 en una situación fiscal peor que de no haberla utilizado, los límites al crecimiento del gasto de los siguientes años deberán ser más estrictos para compensar ese empeoramiento, reduciendo los recursos disponibles en otras partidas de gasto o elevando los ingresos.

Conclusión

Invertir más en seguridad tiene un coste fiscal que conviene planificar con cuidado para preservar una estrategia fiscal creíble a medio plazo.

Por ejemplo, sobre la cláusula de escape: España puede aún activarla en cualquier momento, facilitando de esta manera incrementar el gasto en defensa sin incumplir las reglas fiscales a corto plazo. Y se ha de ser conscientes de que ello implicaría mayor esfuerzo futuro.

Por otro lado, la transparencia y trazabilidad es fundamental para conocer cómo afecta el gasto en defensa a las cuentas públicas. Sólo contando con información precisa de las partidas de gasto (planes, distribución por ministerios, plazos de entrega…) podrá anticiparse su impacto en el déficit de un determinado año.

En definitiva, la defensa no es sólo cuestión de tanques y fragatas; también va de números, plazos y buen gobierno de las finanzas públicas. 

En la AIReF, hemos empezado a elaborar nuestras propias previsiones de gasto en defensa con el objetivo de poder incorporar su efecto en déficit.

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